jueves, 18 de enero de 2018

Alexandra Roma presenta... El Club de los Eternos 27



La semana que viene por fin podremos conocer a Julien Meadow, el personaje protagonista del nuevo libro de Alexandra Roma que promete igualar e inluso superar a Sebastian de Hasta que el viento te devuelva la sonrisa
A lo largo de estos meses la propia autora ha ido dejando pequeñas pinceladas de esta historia pero aún así poco conocemos de cómo será este chico.
Quiero agradecer infinitamente a Alexandra esta presentación tan especia, no sólo por lo que cuenta de Julien, si no por el narrador, que no es otro que La Fama misma... Contadme qué os ha parecido y cuántas ganas tenéis que llegue el día 22.Por cierto, que ayer mismo la editorial puso a la venta desde su web el libro, así que si no queréis esperar al lunes, a por él ;)




LA FAMA
¿Por qué Julien Meadow? ¿Por qué de entre todos le elegí a él?

Podría recurrir a la respuesta fácil. Julien Meadow era un chico de Alaska atractivo. Rubio, sonrisa descarada y con los ojos de un color inventado para su mirada. Encumbrarle era más fácil con esa materia prima, pero mentiría si afirmase que fue el argumento principal de mi elección. Hay muchos jóvenes guapos que me anhelan, que luchan en mi nombre, que me llaman sueño, que ansían perderse en el espejismo de una fantasía que no existe.
Julien no me buscaba y, aun así, le encontré. Oí su voz. Aterciopelada. Rasgada. Única. Sin embargo, lamentablemente eso tampoco fue determinante. Hay demasiado talento repartido por el mundo. ¿Por qué, entonces? Porque captó mi atención, la curiosidad que despierta en mí el arte e hirió mi ego. Lo hizo sin darse cuenta, en el garaje, con un ridículo moño en la cabeza y unos movimientos que deberían estar penados con la cárcel. Lo hizo porque no me dedicaba la canción, porque yo era insignificante al lado de un gigante al que quería con toda su alma y por el que haría cualquier cosa.

Ver su esfuerzo, su lucha, su determinación por regalarle a través de su garganta un universo al grandullón me hizo seguir sus pasos. Pensaba que mi interés desaparecería conforme le conociera, conforme me diese cuenta que tan solo era un muchacho con un arsenal de chistes malos, algo engreído y que en lugar de las piernas usaba un monopatín.

Me confundí. Acercarme a Julien, descubrirle, fue lo que me hizo anhelarle. Tenía defectos, sí, muchos, y a veces se merecía una colleja, pero frente a todo eso estaba su lealtad, su buen corazón y esa extraña manía de utilizar todas las armas a su alcance para provocar sonrisas ajenas, como si supiera que solo así podía vivir en el interior de otras personas. Y, si me quedaba alguna duda de que le quería a él, se disipó cuando apareció ella, Crysta, y el torbellino de sentimientos me alcanzó, porque el rubio quería de un modo incondicional que se contagiaba, te atrapaba y provocaba que hasta un ser sin corazón supiese lo que se sentía al estar enamorado asumiendo todas las consecuencias.

Verles juntos era inspirador. Te permitía poner rostro a dos almas enredadas en un baile a veces delicado, a veces intenso, siempre verdad. Quise quedármelo. Para mí. Para que me activase. Para que me dedicase algunas de esas palabras que pellizcaban la piel de aquellos a los que hablaba. Para que alguna vez me desease como a la chica de la mecha roja y al chico enorme amante del queso.

Se lo di todo. Los Ángeles. Dinero. Lujo. Poder. Lo necesario para convertirle en la maldita estrella del Planeta, en mi rostro, el jodido artista que representaba mi magnificencia, la fama, y le perdí a manos de la decepción, los desfases y la mentira de un mundo que te absorbe. Yo, que le admiraba por todo lo que le hacía persona, le quité esa condición y le lancé de lleno a un agujero negro, sin tiempo, sin espacio, sin gravedad.

Uno en el que vaga perdido, solo, sin sonrisas en las que le apetece colarse. Fui egoísta y, en mi intento de que brillase en el firmamento para todo el mundo lo viera, apagué su luz. Y la necesito. Todos los que un día le conocieron lo hacen. Que regrese, que sus palabras salpiquen sus mejillas y su risa les abrace.  

¿Por qué Julien Meadow? ¿Por qué de entre todos le elegí a él?

Porque era especial. Porque a Julien Meadow no solo se le escuchaba, a Julien Meadow se le vivía.

¿A que ha sido alucinante? Pero esto no acaba aquí, un pequeño párrafo que contiene una frase para enmarcar:


“–Claro que no, Julien. –Se apartó y me miró con los cristales–. Nunca lo harás. –Se encogió de hombros y con la voz afónica de cantar pronunció la frase por la que ese concierto ha sido, es y será el más memorable de mi carrera–. Tú no eres de esos. Tú no robas el corazón a la gente, tú les recuerdas que lo tienen.”


2 comentarios:

  1. Hola!!
    Tiene buena pinta y la portada me encanta.
    Un besin :)

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  2. Qué ganas tengo de leer la historia de Julien!!!!! He seguido cada libro de Alexandra y siempre digo que es imposible que supere la última publicación 😋 Siempre termino equivocándome😀

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