Oxford, década de 1970. Caroline Eccleston prepara su tesis sobre los internados suizos en la Segunda Guerra Mundial. El hallazgo del cierre inesperado de uno de ellos enciende la curiosidad de Carol, que no duda en viajar a Zúrich para encontrar respuestas.
Después del éxito de Papel y tinta, María Reig vuelve con una novela conmovedora narrada con fuerza y ritmo. Una promesa de juventud es
la deslumbrante recreación de un tiempo de sombra que cincela la
personalidad de unas adolescentes que intentan sobrevivir en un mundo
lleno de demonios.
Hace unas semanas, María Reig publicaba su segunda novela, tras Papel y tinta, y puedo decir que ya se ha convertido en una de mis autoras favoritas. Lo ha vuelto a hacer, enganche máximo a lo largo de 700 páginas hilando hechos pasados y presentes, cada uno desvelado a su debido tiempo hasta que llegar a los giros finales sin aliento. Una perspectiva más que original dentro de un contexto que si te gusta, seguro que ya has leído mucho, pero aquí vivirás la Segunda Guerra Mundial desde una óptica diferente, no exenta de tensión.
Caroline Ecclestone está preparando tus tesis en Oxford; es 1977 y quiere dar con testimonios de primera mano, alumnos y alumnas que estudiaron en los internados suizos durante los años de guerra. Unas escuelas donde se preparaban los hijos e hijas de las familias más influyentes del mundo. Pero no solo quiere armar un trabajo sobre ese contexto general, también ha hecho una promesa personal, la de averiguar por qué uno de los internados cerró sus puertas en 1940 y no hay datos sobre él hasta su reapertura años más tarde. Gracias a un contacto de su amiga en la embajada, se le presenta la oportundiad de viajar hasta Suiza y entrevistarse con la señora Greiger, quien estudió de joven en el internado en cuestión y está dispuesta a recibirla.
Cuando llega a Zurich, lo que tenían que ser unos pocos días de entrevistas se convierten en mucho más porque la señora Charlotte Greiger comienza desde el inicio de aquel curso aciago en el que todo cambio.
Charlotte ha estudiado la mitad de su vida en el St. Ursula. Su último año antes de graduarse coincide con el inicio de la guerra y eso lo cambió todo. Considera que debe empezar por el principio, así que va relatando su día a día desde agosto de 1939 en adelante, presentando a las que fueron sus compañeras de estudios, las clases, su día a día y muchos secretos que saca a la luz porque aunque había normas que cumplir, ella era de las que se las saltaban si lo consideraba oportuno.
La vida era apacible dentro de los muros de la escuela con el transcurrir de las clases y el tiempo de estudio, el fin de semana las mayores podía ir al pueblo y veían a sus amigos del internado masculino al otro lado del lago, pero un elemento nuevo se coló en sus ordenadas vidas: la incorporación de Sara Suárez, una española que no llevó bien el hecho de permanecer tan lejos de todo lo que conocía. Si bien comienzan con muy mal pie, Charlotte y Sara pronto se convierten en inseparables y todo por lo que pasaron aquel año se ve irremediablemente unido.
La estupefacción de Caroline va en aumento conforme el relato de Charlotte avanza porque siente que no termina de ser honesta con ella, que guarda aún muchos secretos que parece no querer desvelar; además, recibirá extraños anónimos y obras de arte en el hostal donde se está quedando que harán aumentar el caos en que se convierte su vida en esos días pero está decidida a investigar algunas cuestiones por su cuenta y no va a rendirse hasta que todos los misterios sean desvelados.
La ambientación es impecable, viajas hasta Suiza en el momento más convulso de su historia reciente porque si bien sabes que fue neutral en el conflicto, las tensiones fueron en aumento. El que no interviniera a favor de unos u otros no le valió para alejarse del foco, veían como Alemania iba invadiendo países neutrales y el peligro estaba ahí. El crisol de culturas que formaban esos internados hacían que los estudiantes tomaran posiciones algunos con sus países y otros trataran de hacer ver que su amistad estaba por encima de los conflictos nacionales. Refleja a la perfección esa tensión entre el orgullo nacional y la lealtad a sus amigos que eran prácticamente familia. Además, cada uno de los chicos y chicas tiene una marcada personalidad que da lugar a enrededos de tramas, sobre todo Charlotte, tan impetuosa y queriendo saber mucho más de lo que le correspondía y Sara, quien encuentra un remanso de paz en su incierta vida que supondrá un punto de inflexión inimaginable.
Amistades, primeros amores, lealtades, una sed de conocimiento real del mundo por parte de Charlotte, todo su pasado a buen recaudo y un escándalo que dio al traste con años de tradición. Pieza a pieza, escena a escena, Caroline va armando el puzzle que fue el último curso en el St. Úrsula, con visitas a los propios colegios y una investigación exhaustiva de los documentos que sobrevivieron. Charlotte, por su parte, es una auténtica caja de sorpresas que mantuvo viva esa necesidad de saber la verdad e ir un paso por delante, pero no siempre podrá conseguirlo.
Como he dicho al principio, absolutamente maravillada con esta historia. Me ha parecido un tema original, una perspectiva única dentro de las novelas históricas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial. Se ponen de manifiesto muchas otras cuestiones sobre la lealtad, el honor, el deber, la educación que esperaban las familias ricas e influeyentes para con sus sucesores y cómo todo puede cambiar de un momento a otro. Recomendable cien por cien, te va a sorprender en más de una ocasión y te aseguro que las horas pasarán volando leyendo la historia de Charlotte y de todos los que pertenecieron a su pasado.
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