Autores: Jennie Fields
Género: narrativa histórica
Editorial: Espasa
Chicago, 1950. Rosalind Porter siempre ha desafiado las convenciones: tanto en su trabajo como física para diseñar la bomba atómica, como en la apasionada historia de amor que vivió con su colega Thomas Weaver. Cinco años después del fin de la guerra y de su romance, Weaver vuelve a ponerse en contacto, y también el FBI. El agente Charlie Szydlo quiere que Rosalind espíe a su antiguo amor, ya que sospecha que está vendiendo secretos nucleares a Rusia.
A medida que los sentimientos de Rosalind hacia los dos hombres se intensifican, se verá obligada a elegir entre el hombre que le enseñó a amar, o aquel cuyo amor puede salvarle.
Una emocionante historia de amor ambientada en plena Guerra Fría, con el glamour de Mad Men y el ambiente y tensión de The Americans.
Me atrajo mucho de esta historia que dijeran de ella que tenía el ambiente y la tensión de The Americans porque me parece un período apasionante, la Guerra Fría y lo pendiente de un hilo que estaba la precaria estabilidad mundial. Añadiría a esta comparación la de la película Figuras Ocultas porque Rosalind es una mujer que ha destacado en un mundo de hombres, es una científica brillante que tiene que hacerse valer siendo condescendiente con los hombres para que no se ofendieran, pero claramente, era mucho más inteligente que muchos de ellos, pero ves las consecuencias emocionales que tuvo sobre ella su mayor logro, la participación en el desarrollo de la bomba que destruyó Hiroshima y Nagasaki.
El primer vistazo que tienes de Rosalind, años después de que la bomba atómica pusiera fin a la Segunda Guerra Mundial y diera comienzo una nueva etapa histórica, la Guerra Fría, es el de una mujer que sobrevive; su trabajo en la sección de joyería de unos grandes almacenes, su piso con vistas al lago, sus visitas no tan frecuentes a su hermana y su familia, todo ello conforma su vida pero no es feliz porque sufrió mucho en muy poco tiempo, no solo por las muertes que pesan sobre su conciencia porque se culpa a sí misma y a su trabajo de ello, si no también por el abandono del que fuera su amante en los años que trabajó para el Proyecto Manhattan.
Sin embargo, cuando pensaba que la vida ya le había deparado toda la emoción posible, Weaver vuelve a su vida con un dicurso que jamás imaginó: dejarla fue una equivocación, sigue enamorado y quiere que le perdone. Pero no solo esta aparición desestabilizará el equilibrio emocional que había conseguido Rosalind, si no que un agente del FBI, Charlie Szydlo, le pedirá que colabore con ellos porque creen que Weaver está pasando información sensible a los rusos sobre la construcción de la bomba de hidrógeno.
No solo vas a saber las decisiones que va tomando Rosalind, atrapada entre sus aún sentimientos por Weaver con la necesidad de ayudar a su país entregando a un traidor, si no que también verás cómo ha sido su pasado, cómo tuvo que criarla su hermana, Louisa, mucho mayor que ella, justo cuando acababa de casarse y más que una hermana ha sido una madre; la autora habla del papel de la mujer en esos años cincuenta, cómo el rol de esposa y madre primaba por encima de todo pero ni Rosalind y Louisa encajan en esas limitaciones; de hecho, la historia secundaria de Louisa es digna de mención, cómo años y años de vivir por inercia hacen de ella una mujer enfadada y frustrada y lo que necesita de ella misma, de su marido, incluso de su hermana, para salir de ese bucle de infelicidad.
El pasado de Weaver es algo turbio, la verdad, hay lagunas que Rosalind deberá llenar para lograr entender por qué la dejó hace años y si es cierto que es un traidor; sus propios sentimientos no ayudan a que sea objetiva. A la ecuación se sumará las situaciones de peligro que vive con Charlie, hechos que les van uniendo cada vez más y los sentimientos que desarrollan ambos sí que pueden poner en peligro tanto a Rosalind como la operación. Las heridas de guerra, físicas y psicológicas, que arrastra Charlie hablan de la dureza extrema del conflicto y sus años como prisionero de guerra en Japón, hechos escabrosos los que vive y es testigo que a día de hoy aún le despiertan con pesadillas.
Me ha gustado mucho la ambientación porque capta a la perfección esa tensión subyacente, ese ritmo pausado que daba la falta de tecnología actual, todo llevaba más tiempo pero no se hace pesado para nada. Rosalind es una mujer que ha sufrido por amor y eso la bloqueó en su momento; darse cuenta de que aún puede aportar mucho a la ciencia, un aporte positivo sin usos destructivos, es parte fundamental de su proceso de curación, y sobretodo, darse cuenta de que puede tener amor pero este siempre tendrá que sumar, que respetar y que acompañar.