Autores: Heather Morris
Género: narrativa histórica
Editorial: Espasa
El resumen de esta reseña va a ser: si te gustan las historias ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, tienes que leer este libro; si te gustan las historias de superviviencia emocionantes con un componente familiar épico, tienes que leer este libro; si te gustan las historias basadas en hecho reales, tienes que leer este libro. En definitiva, esta autora es magnífica y con solo dos libros suyos leídos, El viaje de Cilka y este, puedo decir que es un referente para mí en libros sobre personas que padecieron los horrores de la guerra. He empezado un poco al revés con sus libros porque el gran éxito lo ha tenido con El tatuador de Auschwitz, pero lo leeré muy pronto. Ahí comenzó todo porque en el de Cilka sale el tatuador y en este, sale personajes de los dos libros anteriores.
Esta historia es la de tres hermanas judías eslovacas que pasan por el infierno en la Tierra y sobreviven. Este podría ser el titular, pero he de decir que va mucho más allá porque la autora relata ese después, ese fin de la Guerra y esa reconstrucción personal y de una nueva nación porque las tres emprenden otro viaje que las ayuda a sanar. Refleja el sentir de la comunidad judía tras el Holocausto, pero también el del resto de ciudadanos que quedaron impasibles ante el horror y tienen que enfrentar las noticias de lo que ocurrió en los campos,
Para comenzar del modo más emocionante posible, conoces al padre de las hermanas, cuando estas son pequeñas, cuando las hace renovar la promesa que se han ido haciendo con el paso del tiempo: la de estar siempre juntas y cuidar unas de otras. Jamás pensaron que honrar esa promesa significaría pasar por todo lo que pasarían después, pero siempre la tienen presente y hacen todo lo posible por sobrevivir. Cuando la joven Livi, de solo 16 años, aparece en una lista de traslado desde su pueblo en Eslovaquia hacia un lugar incierto para trabajar para los nazis, su hermana mayor, Cibi, no se lo piensa dos veces y la acompaña en el viaje. Previamente, el doctor ingresa en el hospital a Magda, salvándola así del mismo destino que sus hermanas. Nadie sabía qué ocurría ni cuál sería su destino, pero ni en sus peores pesadillas imaginaron lo que iban a vivir durante años: Auschwitz.
Comienza así toda una parte que te encoje el corazón. A pesar de conocer los hechos históricos y ficcionados a través de películas o libros, siempre me sobrepasa leer sobre esos horrores, leer sobre el dolor que puede llegar a infringir una persona a otra y sobre la fortaleza que requiere aguantar día tras día ese sinsentido. Livi y Cibi son un ejemplo de todas esas miles de personas que lo sufrieron y sus vivencias son tan abrumadoras como esperanzadoras porque el amor que se tienen las hace seguir adelante, un paso más, una hora más, un día más.
Mientras, en el pueblo natal de las chicas, Magda no lo tiene fácil tampoco porque cada semana acuden a buscarla, lo que le obliga a esconderse, beneficiándose de la bondad de una de sus vecinas, mientras que otras muchas vuelven la espalda a su familia. La madre de las hermanas, Chaya, y el abuelo materno, viven meses de incertidumbre y angustia y solo puedes esperar que llegue algo mucho peor porque las cosas empeoraron, y mucho, antes de mejorar.
Como decía antes, más allá de su paso por los campos de concentración, la autora refleja el trauma de la experiencia, los momentos que se fijan inevitablemente en la memoria y que las acompañan a lo largo del tiempo, todas y cada una de las atrocidades que presencian las marcan porque son testigos de una maldad inabarcable. Ellas mismas tienen que buscarse las herramientas para sanar y seguir adelante, pero hacerlo de la mejor manera posible y no solamente sobreviviendo. Sus culpas, sus remordimientos, sus dudas, todo da vueltas y la felicidad no llega una vez acaba la guerra, si no que el camino que se abre ante ellas es largo y complicado aún.
Cuando leo un libro ambientado en la Segunda Guerra Mundial, que ya sabes que es una época que me fascina, siempre tengo la siguiente reflexión: los hombres y mujeres que vivieron esos hechos, que los sufrieron, ya no están, ya solo tenemos sus testimonios, pero ya no son fuentes de primera mano. Sin duda, la labor de esta autora con sus magistrales novelas, hacen inmortales esas experiencias y todo el mundo tendría que leerlas porque olvidar es condenarnos a repetir la historia. Tenéis que leer a Heather Morris porque, además, este libro contiene fotografías de las hermanas y de su familia, de todos aquellos que vinieron después de su episodio más oscuro. Impresionante.