Un nuevo título de la autora que te deja con los sentimientos a flor de piel y donde la documentación y los dilemas de los personajes son elementos fundamentales para armar una trama en momentos, y sobre todo lugares, no tan conocidos de la historia. Desde la España franquista de Las fuentes del silencio, nos lleva en esta ocasión hasta las últimas semanas de la dictadura comunista de Ceausescu en Rumanía y cómo Cristian, el protagonista, se enfrenta a situaciones que lo ponen contra las cuerdas.
Los protagonistas de los libros de esta autora suelen ser adolescentes o jóvenes, que, creo, es la mejor opción para conectar con muy diferente tipo de público y que son perfectos para leer en clubs, en clase o para comentarlos en cualquier foro. Todo el mundo puede saber los grandes hitos de la Historia, pero Ruta explora esos recovecos, esas historias menos conocidas pero no por ello menos importantes y, desde luego, te despiertan las ganas de saber más.
El componente de estado represor marca un claro tono de peligro y suspicacia porque en Rumanía, durante décadas, todo el mundo podía ser un informante. La policía secreta del régimen, la Securitate, ejercía un férreo control sobre cada uno de los habitantes del país, sobre cada esfera de su vida, y todo lo que se desviara de una adoración ciega al líder, era castigado tarde o temprano.
En esta atmósfera ha crecido Cristian, viviendo en un pequeño piso con sus padres, su hermana y su abuelo. Este último es todo un referente para él, alentándole a que mantenga una esperanza de un mejor futuro pero siendo consciente de que la acción es importante, que si todo el mundo se queda callado, nada cambiará. Crecer sin prácticamente ninguna posesión material, donde las colas para comprar cualquier cosa eran interminables ha sido difícil, sobre todo porque podía acceder a películas occidentales, algunos productos de contrabando y la sensación era de anhelar ese otro mundo pero no terminar de creerse que pudiera ser verdad.
A las puertas de la caída del Muro de Berlín, la desesperanza seguía siendo el sentimiento dominante en buena parte de la población, y Cristian no es la excepción, cuando ve que su abuelo está cada vez más enfermo y no pueden hacer nada por ayudarlo. Su mundo da un vuelvo cuando tiene que convertirse en informante a cambio de medicinas para su abuelo, pero la traición es el precio a pagar y ahí comenzarán sus dilemas morales, pues al chico sobre el que tiene que informar, el hijo de un diplomático americano, llega a convertise en un amigo. Cristian se cree más listo que nadie, pero pronto se da cuenta de que la traición sobrepasa su persona y alcanza cotas inimaginables y tendrá que lidiar con descubrimientos impensables y difíciles de procesar.
La amistad, la familia o el primer amor son algunos de los temas que trata la autora a través del personaje de Cristian en un ambiente donde se aplasta la singularidad y la voz que vaya en contra de lo aceptable; sin embargo, va más allá, pues refleja el sentimiento nacional de hastío, la lucha armada hacia su libertad cuando otros países consiguieron una transición sin derramamiento de sangre. La delicadeza, no exenta de crudeza, está en cada página para contar hechos muy duros, pero también necesarios conocer; el útlimo tercio del libro es absolutamente trepidante y emocionante, te deja con el corazón en un puño y no podrás parar de leer hasta llegar al final. Sin duda, os recomiento mucho, muchísimo a esta autora cuando queráis descubrir episodios menos conocidos de nuestro pasado.
Hola :)
ResponderEliminarEs un libro que, por el momento, descarto porque no estoy demasiado segura que pueda gustarme del todo.
Besos