Título: El diccionario de las palabras olvidadas
Autores: Pip Williams
Género: narrativa histórica
Editorial: Maeva
Inspirándose en hechos y personajes reales, la autora ha escrito una novela inolvidable que se publica en más de treinta países y que ha entusiasmado a los lectores y a la prensa.
Oxford, finales del siglo XIX. Huérfana de madre e irremediablemente curiosa, Esme crece en un mundo de palabras. Escondida debajo del escritorio de su padre, uno de los lexicógrafos del primer Diccionario Oxford, rescata las fichas de las palabras que se han extraviado o se han desechado, y que la ayudan a dar sentido al mundo. Con el tiempo, se da cuenta de que hay palabras que se consideran más importantes que otras, y que las relacionadas con las experiencias de las mujeres y de la gente corriente a menudo no se registran. Es así como decide recopilar palabras para otro diccionario: El diccionario de las palabras olvidadas, que sí refleja el lenguaje que se usa fuera del ámbito académico.
El 2022, que se va acabando, sigue dejando pequeñas joyas que vienen para quedarse. Este libro es un indispensable si te gustan las historias de sororidad, de hacer justicia a quienes no tienen nada y de la fuerza de la palabra escrita. Pip Williams crea un personaje de ficción, Esme, rodeado de personajes reales y un hecho fundamental, para la lengua inglesa, pero no solo, porque trasciende, desde luego: la creación del primer Diccionario Oxford.
Los años que transcurren en esta historia son amplios, desde finales del siglo XIX hasta el primer cuarto del XX y en primera persona es Esme quien va desgranando palabras, gestos, pensamientos y las relaciones que establece no solo con su padre, quien es toda la familia que le queda, si no también con Lizzie y Ditte, dos figuras fundamentales en su desarrollo y formación; la primera es la criada de la familia Murray la segunda es la madrina de Esme y una de las colaboradoras en la creación del Diccionario.
Uno de los temas principales del libro es el encajar, el definirse y actuar en consecuencia. Esme lo vive y lo sufre, porque si bien su padre es un hombre tolerante y hasta cierto punto moderno, su círculo, de una clase acomodada y erudita, sigue teniendo muy claras las normas que deben regir la vida de una mujer. Esme es una niña que se cría entre adultos y en un entorno lleno de conocimientos; pasa sus primeros años bajo la mesa del scriptorium, el cobertizo que el doctor Murray habilita en su casa para llevar a cabo la ardua tarea de definir el idioma inglés. Entre fichas que definen toda clase de palabras, Esme va formándose una idea del mundo y de sí misma, pero según va haciéndose mayor, con las convesaciones con Lizzie, y con lo que ve a su alrededor, se va dando cuenta de que no todas las palabras son válidas para salir en el diccionario y, "casualmente", las que se excluyen son las que más utilizan la clase obrera y las mujeres.
El proceso de compilación de las palabras es incríble, más cuando hoy día tienes al alcance de la mano la definición de absolutamente todas las palabras, aquí no podía ser así, había discusiones sobre la inclusión de algunas, debates sobre las acepciones de otras y, en definitiva, había censores en esta definición del lenguaje. Una de las normas era que la palabra a incluir tenía que haber sido utilizada en un texto escrito, por lo que las palabras referidas al mundo femenino, ya por esa regla, quedaban mucho más relegadas porque los hombres eran a quienes más los publicaban y estos no trataban tales temas.
El sufragio femenino, la lucha más belicista o más pacífica, la maternidad, el duelo, la guerra... los años que vive Esme son trepidantes y a la vez sosegados porque crece en la sociedad inglesa victoriana cuando el mundo no había conocido aún los horrores de la guerra mundial y era, en cierta manera más inocente, aunque las clases más bajas tenían que enfrentarse, como siempre, a retos de supervivencia y no tenían tiempo ni para luchas por el voto ni para palabras.
La narración me atrapó desde el inicio y he reído con Esme, cuando comienza su búsqueda de palabras excluídas, no solo cuando comienza a coleccionar las que se extravían en el scriptorium; me han emocionado los momentos tan difíciles que tiene que pasar y las decisiones que tiene que tomar y me ha parecido especialmente bonita la relación de amistad, casi de hermanas que tienen Lizzie y ella. Este es un libro que habla del poder de las palabras, de la importancia de que se tengan en cuenta las que definen emociones y hechos que ocurren a todo el mundo, no solo a hombres blancos privilegiados, de su importancia en la curación y en la comprensión porque aquello que no tiene una palabra para definirlo parace no existir; habla de la incondicionalidad del amor de un padre, de las preocupaciones y dudas en la crianza; de la pasión y del amor romántico pero sosegado que encandila el intelecto antes que la apariencia (de verdad que esta parte es preciosa y no puedo decir quién es porque sería un poco spoiler, pero hay un detalle que es simplemente perfecto entre Esme y él...) y habla de la amistad y la sororidad como la única forma de sostenerse unas a otras y vivir junto a alguien afín lo bueno y lo malo.
Ha sido toda una sorpresa que te deja un recuerdo muy bonito, curioso por el tema del diccionario, pero sobre todo, emocionante por el personaje de Esme y los sinsabores que conforman su vida. Si te gustaron La ladrona de libros o Criadas y señoras, este libro tiene te gustará.
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