Autores: Tessa Bailey
Género: romántica contemporánea
Editorial: Titania
Sinopsis:
Rosie y Dominic Vega forman la pareja perfecta: se conocen desde jóvenes, son grandes amigos y están locamente enamorados. O al menos, solían estarlo. Ahora, Rosie tiene suerte si consigue que Dominic le dedique un gruñido digno de un hombre de las cavernas cuando entra por la puerta. Dominic es un compañero fiel y aporta estabilidad a la pareja, pero el hombre de quien Rosie se enamoró diez años atrás parece haberse esfumado. Cuando las amigas de Rosie la animan a pedirle más a la vida y a perseguir su sueño de abrir un restaurante, ella decide pedirle más también al amor. En tres palabras: terapia de pareja.
Rosie jamás hubiera imaginado que su estoico marido, incapaz de exteriorizar sus sentimientos, aceptaría enfrentarse a una terapia de pareja dirigida por una hippie. ¿Dominic hablando de sentimientos? ¿Sentándose sobre cojines? ¿En comunión con la naturaleza? Imposible. Pero, para su asombro, se lo toma en serio, y Rosie se ve obligada a admitir su propio rol en su resquebrajada unión. A medida que van completando una tarea ridícula tras otra, su renovada relación se vuelve más sólida que nunca. Hasta que Rosie descubre que Dominic guarda un secreto… Y podría destruirlo todo.
Nueva entrega de esta trilogía donde viajas hasta una pequeña localidad de Long Island y con el negocio de las reformas en el medio, aunque justo esta historia es la que menos se centra en ello. Es una historia de un amor consolidado, de amigos de siempre, pero que los años y sus experiencias han hecho que se fueran distanciando en todos los ámbitos menos el físico porque si algo aún mantiene unidos a Rosie y Dominic es el plano más carnal de su relación.
Ya en el libro anterior, El amor no tiene planos, ves que Rosie no está pasando por su mejor momento en su matrimonio, está a punto de tirar la toalla porque gracias al apoyo que recibe de sus amigas y el club que forman está más decidida que nunca a retomar su sueño de abrir un restaurante, sueño que su marido ha parecido enterrar en el pasado. Su trabajo como vendedora en el centro comercial no ayuda a apaciguar sus ánimos porque su jefa es horrible y esa comodidad la está alejando de lo que de verdad quiere. La relación con Dominic ha tenido sus altibajos a lo largo de los años, pero tras la vuelta de este del ejército, van en picado y lo único que siguen compartiendo es una noche semanal donde solo se expresan entre las sábanas.
Dominic es un tipo callado, eso no puede negarse, pero antes de su paso por el Ejército sí era un poco más despreocupado; sin embargo, el peso de las enseñanzas de su padre sobre lo que debe ser un hombre se hacen mucho más pesadas con el paso del tiempo y se encuentra pensando que sustentando económicamente a su familia tendrá que ser suficiente. Los sueños de juventud de ambos, de tener un hogar cerca del agua, o del restaurante de Rosie donde cocinar platos argentinos, herencia materna, van diluyéndose y se convierten en obstáculos insalvables.
Rosie, tras irse de casa, da un ultimátum a su marido: o intentan una terapia de pareja para salvar su matrimonio o se acabó del todo. Empieza entonces todo un proceso por parte de ambos, muy introspectivo, pero también en conjunto que les hará poner en perspectiva todo el camino recorrido y cómo cada uno ha tenido que ver en el deterioro de su relación.
Esta parte me ha gustado mucho porque, por norma general, las relaciones se ven desde un punto de vista del inicio, sin embargo, aquí los protagonistas se conocen entre ellos a veces mejor que ellos mismos. Ambos dan cuenta de la absoluta necesidad de la comunicación en todos los niveles y el apoyo, de la pareja y amigos, para perseguir los sueños. Conocer un poco más esa relación de siempre ha sido estupendo y aunque salen un poquito Georgie y Travis, anteriores protagonistas, me ha dejado con unas ganas inmensas del siguiente, con Bethany y Wes! Un enemies to lovers explosivo. Leer a Tessa Bailey siempre te asegura unas horas de desconexión y sabes que vas a encontrar escenas con su buena dosis de picante. En este caso, parece que hay un poco más de contención... hasta que no la hay y estallan los fuegos artificiales!